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martes

Repasando el curso-taller

Muchos lectores me han escrito preguntándome cuando reiniciaremos los cursos-talleres que tanto gustaron.
En cambio he decidido, colocar post que reiteren algunas de la lecciones del Curso-Taller, especialmente aquellas que más les costaron a los participantes, precisamente porque son las más difíciles de cumplir, de acuerdo a nuestro estilo de vida actual.

La Lección que les pongo hoy aquí, a mi juicio era la más importante de todas, y ... la más difícil (junto con 2 o 3 más que iré subiendo luego). Cuando envíe esta Lección no les puedo decir la cantidad de correos que recibí porque a todos les movió mucho. Muchos me contaron que lloraron, que se descubrieron diferentes, que los llevó a una revisión de su sistema emocional. Para algunos fue altamente sanadora, en lo emocional y lo espiritual. Espero que para los que la leen por primera vez hoy aquí les despierte la conciencia individual que es parte de la conciencia Universal de la que todos somos parte.
Me encantaría que vieran el tema, desde esa premisa, todos somos seres espirituales que emanamos de la misma energía universal a la que volveremos cuando acabemos esta vida terrenal. Vivan esta vida en plenitud, para que puedan limpiar su karma, cumplir la misión que vinieron a cumplir.

Ahi va la lección que creo en su momento fue la N° 3:


           La lección de hoy es extremadamente importante. Algunas personas no le prestan atención a esto porque están muy ansiosas por triunfar, tener éxito, ganar dinero, etc. que pasan por alto, los temas que hoy vamos a tratar.
           Personalmente considero, que esta es la lección más importante de todas. Las demás pueden realizarse y lograrse con constancia, más tarde o más temprano lo lograrás. Pero, si no tiras abajo esta muralla que representan los temas que tratamos hoy no habrá avance alguno.
Entonces empecemos.

lunes

Nuestra relación con el pasado

El pasado... es todo un tema! . El pasado es un tema que casi todos eludimos. Empezar a cambiar nuestra realidad, necesitará de replantearnos cuál es nuestra relación con el pasado. El pasado no es algo diferente a nosotros, él está en nosotros, simplemente porque lo que somos hoy, es el producto de nuestro pasado. Todas las creencias que tenemos y de acuerdo a las que vivimos a diario, vienen de nuestro pasado.

Las creencias que forman nuestro paradigma vienen de nuestro pasado, de las enseñanzas que recibimos en los primeros años de nuestra vida, a la que se van sumando cada una de las vivencias que vamos teniendo. Muchas de esas experiencias o vivencias, simplemente se reiteran, se repiten hasta conformar un patrón de conducta en nosotros; otras impactaron en nuestra vida de tal forma que fue suficiente para introducirse en nuestro paradigma.
El pasado suele ser un gran bloqueador de nuestro crecimiento. Está allí silencioso, oculto en la sombra, nos perturba en un sentido o en otro, porque nuestro subconsciente lo tiene allí grabado ( en el disco duro). Tu crees que has olvidado, que ya no piensas en tu pasado; eso te hace creer tu mente consciente, pero tu subconsciente tiene toda la información, y cuando menos lo esperas, ... ups! el pasado dice presente. ¿Cuál es la razón?. Es que nos mantenemos ligados al pasado, no queremos cortar el cordón, derribar el puente.

Cuando hablamos del pasado no solo nos referimos a las experiencias traumáticas, también a aquellas cosas buenas que tuvimos y ahora ya no tenemos.
A veces vivimos añorando aquellas cosas lindas que teníamos. Añoramos a un ser querido que ya partió de este mundo, aquella pareja que teníamos y nos dejó, el trabajo en el que ganábamos mejor, la antigua casa, etc. Todas esas experiencias que fueron buenas, te dañan en tu presente, porque forman parte de tu pasado. De manera que el pasado vuelve al presente a bloquearnos cada vez que añoramos lo bueno que tuvimos. Lo que duele es ya no tenerlo. Fíjate cuantas veces utilizas frases como estas: “antes yo era ......”, “mi ex – ”... “cuando tenía dinero suficiente...”, “ cuando vivía mi ....” y cosas por el estilo, que acuden constantemente en el recuerdo, para solo comprobar que esa ya no es nuestra realidad, y eso duele, nos quedamos en el dolor de la pérdida y no avanzamos.
Si el buen pasado perdido duele, cómo no va a doler el pasado traumático, aquellas experiencias que te marcaron, te dolieron, te llenaron de culpa, de llanto doloroso, de rabia, de odio, de desconfianza.

Hoy somos lo que en el pasado creamos para nosotros y lo que nos inculcaron otros. Vivir con el pasado haciéndose presente a cada rato, detiene nuestro crecimiento.
Es necesario sanar nuestro pasado, dejarlo ir, hacer la paz con nuestro pasado.
Y eso solo puede hacerse, reflexionando acerca del pasado, revisándolo. Pero debes hacerlo desde una perspectiva objetiva, sin buscar culpables, ni culparte tu. Analízalo como si fuera una cosa que la das vuelta y la observas.
En ese proceso seguramente encontrarás la razón última de cada una de las creencias que tienes hoy y forman tu modo habitual de actuar y pensar.
Cerrar el capítulo del pasado no significa que lo olvidamos, sino que lo curamos, lo sanamos, para que no nos duela más, para que no nos bloquee, para que no nos limite. Al pasado hay que dejarlo pasar. La virtud del pasado es precisamente, que ya pasó. Como sea agradece ese pasado, porque tu eres el producto de él.

Dejarlo ir te permitirá vivir mejor el presente, para crear nuevos presentes. Deja el pasado, vive el presente que es lo único que tenemos. El futuro no existe, tampoco te ates a él. Retira de tu lenguaje toda expresión que te ate al pasado o al futuro. No digas más: “cuando me case...”, “cuando me reciba...”, “cuando gane más dinero...” No permitas que te tironee por un lado el pasado y desde el otro ese futuro que sueñas. No, vive el presente, hazte cada día mejor.

Cada día que vivas liberado de tu pasado y desapegado del futuro, es un día que vives en plenitud. Ese presente es el verdadero creador, es el que atrae, es en nuestro presente que percibimos la realidad.
Sana tu pasado, amígate con él, haz la paz y vive tu presente.

miércoles

Cuando la culpa te inmoviliza

Si la preocupación es una emoción inútil- como ya hablamos en el blog- la culpa no se queda atrás. La culpabilidad es una emoción que inmoviliza- como la preocupación- pero por algo que está en el pasado.
Preocupación y  Culpa son las dos formas más comunes de angustia. Muchos son los que se sienten mal por algo que no debieron hacer y consternados por algo que podría suceder. Estas dos emociones te inmovilizan en el presente. La preocupación por algo futuro y la culpabilidad por algo que ya pasó.¿Y tu presente? Pues, lo vives angustiado por esas emociones inútiles.

Culparte no cambiará nada. Con la culpa gastas tu precioso tiempo presente en algo que ya pasó y que no puedes hacer que desaparezca. Somos máquinas de culpabilidad, diseñadas y cuidadosamente lubricadas con constantes mensajes que nos inducen a caer en la culpa, desde que eramos pequeños.
Hay dos formas básicas de culpabilidad: la residual, que ha sido aprendida desde pequeños y nos queda como un residuo cuando somos adultos. Creo que a todos pueden sonarnos familiares frases como estas: "deberías sentir verguenza por lo que hiciste", "que dirán los vecinos, no te da verguenza", "yo me sacrifico por tí", "nos dejaste avergonzados", "si sigo con tu madre es solo por tí", "si sigues con esa chica/o va a darme un infarto", "haces que me suba la presión", "me enfermaré por lo que estás haciendo". Pero, la culpa va y viene, porque los niños reciben el mensaje y aprenden a manipular con la culpa, porque ven como los adultos consiguen lo que quieren usando la culpabilidad. Les suena esto: " el papá de Juan lo deja hacer eso", "no me quieres, debo ser adoptado" etc.
La culpabilidad es una forma de manipulación primero de los adultos hacia los niños, que luego arrastramos en forma residual y se repiten en la adultez en las relaciones de poder o autoridad (marido, esposa, jefe, gerente) El otro tipo de culpabilidad es la autoimpuesta. Somos nosotros mismos quienes nos imponemos el castigo por haber actuado de una forma que alguien no aprueba. Porque siempre es por eso, lo que hicimos que nos provoca culpa, es algo que otro no aprueba (o la sociedad en su conjunto, o un grupo determinado)
De manera que la culpa en todo caso es una reacción a normas que nos fueron impuestas por la autoridad cuando eramos niños y como resultado de nuestro esfuerzo por vivir a la altura de las normas que aunque no nos convencen, la cultura y la sociedad imponen.

Sentirnos culpables no cambiará lo que pasó. Si bien la sociedad envía constantes mensajes represores,  la culpa nos la imponemos nosotros mismos.  La pregunta es ¿porqué nos imponemos una emoción tan inútil y angustiante? Porque la culpabilidad es una retribución sicológica por si misma, como que nos da permiso para repetir el mismo comportamiento, porque nos absolvemos a nosotros mismos con la culpa. Neutótico verdad?

Entonces,  porqué persistimos en un comportamiento tan negativo? Lo hemos aprendido y costará un poco liberarnos. Es que la culpabilidad retribuye, te atrapa en el pasado y te libera de ocuparte de cambiar tu presente, de asumir riesgos y responsabilidades, y es una excelente forma de manipular y de atraer la compasión de los demás.
La culpa no es una manera natural de comportarse. Es una reacción emocional aprendida que sólo puede ser usada si la víctima le muestra al manipulador que es vulnerable a ella.
Comenzar a liberarse de ella es una tarea de todos los días. Se puede comenzar dejando ir el pasado, que quede bien atrás, tratando de ver que cosas del presente estamos rehuyendo al escondernos tras algo del pasado, aceptando tus creencias, gustos y hábitos sinceramente y sobretodo no buscando la aprobación constante de los demás.
Cuando uno logra vivir sin necesitar ser constantemente aprobado por lo demás, se libera de la culpa. Eso es vivir haciéndose cargo de uno mismo, responsabilizándose por su propia vida.
Por favor, vivan sin culpa.