Hablar de cambio, a algunos les pone los pelos de punta. Como hablar de paciencia, de controlar la ansiedad, de darle tiempo a la gestación del cambio.
Cuando comenzamos a hacer conscientes las numerosas creencias ajenas que hemos aprendido y que nos limitan, nos detienen, nos impiden desarrollarnos, empezamos con la impaciencia, la ansiedad. Queremos los resultados ya, ahora y ........sin hacer nada.
Evitamos la acción. Nada sucederá sin acción. Siempre hay algo, un amigo, un conocido, una carta, un anuncio, un libro, algo que nos despierta del letargo en el que estábamos y nos pone en este camino de querer cambiar. En esta etapa nuestra reacción es pensar que todo eso es una tontería, o que no tiene sentido. Puede ser que nos parezca demasiado fácil, o lo vemos inaceptable de acuerdo a los códigos y conceptos que tenemos.
En realidad todo eso son excusas, la verdad es que no queremos hacerlo nos resistimos al cambio. Y cuanto más lo intentamos la resistencia aumenta.
Cuando esa resistencia se hace presente, en realidad es un gran momento, porque significa que ya comenzamos el proceso de cambio. Muchos se dicen, no puede ser, yo soy así porque así soy y como que cambiar? Ah, hay que relajarse, revisar el pasado, observar nuestras actitudes, dejar de criticar, quererme a mi mismo, etc, no, no , eso no es posible. Y comienza a aumentar la resistencia.
Vencida esa primera resistencia, a medida que la persona comienza a iniciar el trabajo consciente para cambiar sus creencias, viene la ansiedad, la impaciencia, porque no ven los resultados. Y, no los ven porque la misma ansiedad e impaciencia les impide ver sutiles cambios necesarios para lograr el cambio total. Es como en la concepción de la vida, debió existir para que luego veamos a la futura mamá con pancita. Al principio, ni ella lo sabe, se suele enterar varias semanas después. La impaciencia y la ansiedad son formas de resistencia al cambio, al aprendizaje. Cuando exigimos que todo se haga ahora mismo, que se complete de inmediato, no nos estamos dando el tiempo necesario para aprender la lección implícita en el problema que nos hemos creado nosotros mismos. Todos queremos terminar con nuestros problemas, pero no queremos hacer las pequeñas cosas que, sumadas, nos darán la solución. Todos tenemos lecciones por aprender. Las cosas que nos resultan difíciles no son más que las lecciones que es imprescindible tomar para crecer. Si las cosas nos resultan fáciles, es porque ya las sabemos hacer.
Cuando veas que algo te resulta difícil, que te ofrece resistencia, por favor, allí es cuando hay que darse cuenta, estar alerta. Lo que nos ofrece tanta resistencia, es precisamente donde está la lección para aprender.
Presta atención a como se presenta la resistencia para poder hacer los cambios mentales necesarios para poder hacer el cambio igualmente, venciendo la resistencia.
Observa tus acciones tales como cambiar de tema, irse del lugar, cerrar la página web, cerrar el libro, ir al baño, llegar tarde, sentir dolor de estómago o cabeza, descomponer algún objeto de la casa, aplazar las decisiones, o justificar tu falta de acción con suposiciones tales como “mi mujer no lo entendería”, “tendría que cambiar toda mi personalidad”, “eso no es para mi” “igualmente no servirá de nada”, “mis problemas no tienen solución” etc. O el consabido, no tengo tiempo para ocuparme de eso, entonces mejor no cambio, que todo siga igual.
Estas acciones denotan resistencia al cambio. Por ejemplo: si estás haciendo afirmaciones que planificaste con cuidado ( o vas a planear seriamente), empiezas con la resistencia y haces cosas como las señaladas. Estás siendo víctima de tu propia resistencia. En lugar de trabajar en las afirmaciones, o de relajarte unos minutos, trabajar en un plan de actitudes, en planes para lograr alguna meta, tu actitud es irte del asunto. Eso es resistencia al cambio y esa resistencia no es mala, si sabes darte cuenta que te está indicando la importancia del cambio. Si el cambio no fuera importante para tu vida, no habría resistencia.
Entonces, observa tu resistencia y sigue adelante, vas por buen camino.
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